Conducta renovada {Efesios}
Terminamos el capítulo 4 de
esta bella carta a los Efesios. En todo este capítulo Pablo nos instruye a
vivir la vida cristiana; me impresiona leer que les hablaba como si aún fueran
niños espiritualmente aún cuando pasó dos años con ellos enseñándoles. Hace
énfasis en cómo debe ser el carácter y conducta de quien ha recibido y creído
verdaderamente en Cristo.
El versículo 17 insiste en que
no vivamos ya como la gente sin Dios, y en la porción que hoy estudiamos da una
serie de conductas que teníamos cuando vivíamos alejadas de Dios. Veamos qué
necesitamos recordar.
Por
eso cada uno de ustedes debe desechar la mentira y hablar la verdad con su
prójimo; porque
somos miembros los unos de los otros.
Enójense,
pero no pequen; reconcíliense antes de que el sol se ponga, y
no den lugar al diablo.
El
que antes robaba, que no vuelva a robar; al contrario, que trabaje y use sus
manos para el bien,
a fin de que pueda compartir algo con quien tenga alguna necesidad
a fin de que pueda compartir algo con quien tenga alguna necesidad
No pronuncien
ustedes ninguna palabra obscena, sino sólo aquellas que contribuyan a la
necesaria edificación
y que sean de bendición para los oyentes.
y que sean de bendición para los oyentes.
No
entristezcan al Espíritu Santo de Dios, con el cual ustedes fueron sellados
para el día de la redención.
Desechen
todo lo que sea amargura, enojo, ira, gritería, calumnias, y todo tipo de
maldad.
En
vez de eso, sean bondadosos y misericordiosos, y perdónense unos a otros,
así como también Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
así como también Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
Efesios 4:25-32
Desechar la
mentira. Alguna vez leí que
aquellas personas que siempre hablan la verdad, no necesitan tener buena
memoria. Y no sólo eso, sino que viven en paz. Recordarás que cuando mentíamos,
al final del día se nos iba el sueño pensando en lo que pasaría si se descubría
la verdad.
Pablo nos instruye en nuestras
relaciones con otros hermanos a hablar siempre con la verdad, desechar la
mentira. Esto significa que debemos ver por el bienestar del otro. Por ejemplo,
tú y yo podemos darnos cuenta que alguna mujer está errando en algo, en su
caminar con Dios; si vemos que está a punto de caer o fallar, si nos quedamos
calladas no estamos contribuyendo a la edificación del cuerpo; estamos
guardándonos una verdad que puede salvarle la vida espiritual. ¿Qué parte de
nuestro cuerpo “calla” cuando está en peligro otro miembro? Así debería ser en
el cuerpo de Cristo.
Enójense pero
no pequen. Más de una vez
escuché a alguien decir: “¿Te enojaste? ¿No que muy cristiana?” Claro que si no
entendemos bien ese versículo, nos podemos sentir condenadas; sin embargo no
dice que los cristianos no deben enojarse sino, “enójense, pero no pequen”.
No tenemos permitido enojarnos
con personas, actitudes o circunstancias determinadas. Estaríamos pecando si
nos enojáramos con personas que nos han herido, se han arrepentido y pedido
perdón por ejemplo; estaríamos mostrando un enojo fundado en el rencor y falta
de perdón, es decir pecando.
Por el contrario, tú y yo
habremos de experimentar enojo en situaciones que no son justas, ante
situaciones de maldad o de abuso; en ellas no
podemos ni debemos permanecer indiferentes.
Hay determinadas situaciones
en el mundo que me enojan mucho; creo que si llego a tolerarlas o hacer caso
omiso a ellas para evitar críticas, problemas, para NO perder amistades,
familiares, puestos o posiciones; mi
actitud cristiana no es la correcta. No puedo
ser indiferente o neutral entre el bien y el mal, entre lo que Dios pide y lo
que el mundo ofrece.
El que robaba, no robe más. Pablo
nos hace un llamado a dejar de ser egoístas buscando nuestro propio bien,
enriqueciéndonos aún de manera pecaminosa sólo para nosotras, y en lugar de eso
nos insta a que seamos compartidas. Ninguna persona tendría la necesidad o el
impulso de robar, si usáramos los talentos que nos ha dado Dios para trabajar y
salir adelante. Y al hacerlo, experimentar que todos recibimos más cuando damos,
escrito está “Hay más bendición en dar
que en recibir” (Hechos 20:35)
No robemos, y no solo en
cuestión material, la impuntualidad es robo de tiempo hacia la otra persona; el
guardarnos el cambio del gasto es robo a nuestro esposo, el desvelarnos es
robarle tiempo de descanso a nuestro cuerpo; y podemos seguir con la lista, pero cada una analicemos qué es lo que
debemos dejar de hacer por beneficio propio, y que podemos dar de ello a otros.
Palabras que edifican. El
versículo comienza diciendo que no
pronunciemos ninguna palabra obscena, corrompida, que no salga de nuestra boca sino las que
edifiquen y bendigan a quienes nos oyen. Aquí debemos analizar no sólo lo que
hablamos sino lo que estamos “Consumiendo”,
porque lo que abunda en nuestro corazón es lo que expresamos. Nuestra forma
de hablar debe ser para instruir, para
bendecir y edificar, amar a otros.
Hagamos un análisis la próxima
vez que hablemos con alguien ¿De qué hablamos? ¿Son nuestras palabras de
bendición o edificación? ¿Aún hablamos como antes de ser justificados por
Cristo?
El hombre bueno, saca lo bueno del buen tesoro de su corazón.
El hombre malo, saca lo malo del mal tesoro de su corazón;
porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Lucas
6:45
No entristezcan al Espíritu Santo con él fueron sellados. El Espíritu
Santo, es una persona, vive en nosotras, y a la luz de esta escritura conocemos
que se entristece. ¿En qué momento se entristece? Con los pecados y actitudes que
se mencionaron antes. Cuando mentimos, nos enojarnos sin razón justa, robar, al
hablar palabras que no edifiquen, palabras que no muestren la santidad a la que
hemos sido llamados. Si bien el Espíritu Santo mora en nosotros, es muy diferente tenerlo entristecido a
tenerlo en plenitud en nuestra vida.
¿Será por eso que en ocasiones no experimentamos su fruto en nosotras? Para meditar.
Y por último, Pablo nos da una
lista de conductas que debemos erradicar de nuestra vida y que entristecen al
dulce Espíritu Santo “Desechen todo lo
que sea amargura, enojo, gritería, calumnias y todo tipo de maldad” Controlar
nuestras emociones, no es sencillo pero sabiendo ahora que ellas entristecen al
Espíritu Santo, vale la pena tomarse el tiempo para mejorar.
Quitemos de nuestra vida la amargura… perdonando.
El enojo y la ira… ejercitando la piedad y la paciencia.
Gritería… controlando
el actuar con violencia verbal. Antes de hablar o gritar, tenemos la
oportunidad de callar y pensar. “El corazón del justo piensa
para responder; mas la boca de los impíos derrama malas cosas.” (Proverbios 15:28)
Maledicencia, calumnias. No
profiramos contra otros o contra nosotras mismas palabras que dañen, no
blasfememos y no maldigamos con nuestros labios.
Decidamos quitar eso de nuestra vida, si te das cuenta son malos hábitos
que con ayuda del Espíritu Santo y ejercitándonos en cambiarlo, lo podemos
lograr.
En vez de
eso, sean bondadosos y misericordiosos, y perdónense unos a otros,
Así como
también Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
Efesios 4:32
Contrarrestemos
esas malas actitudes, esas emociones descontroladas con un cambio radical en
nuestra conducta y seamos bondadosas y misericordiosas. Cuando comencemos a ver
las necesidades de otros primero o antes que a nosotras mismas, cuando nos interesemos
y nos lamentemos con ellos, experimentaremos
un afecto profundo, maduro y compasivo.
Y
por último perdonemos a otros como Cristo nos perdonó a nosotras. Demos de
gracia lo que de gracia recibimos. No perdonamos para sentirnos bien. Perdonamos
porque Cristo nos perdonó, perdonamos porque eso glorifica a Dios y así nos
asemejamos a su carácter. Perdonemos en
base a la gracia de Dios.
En Su Gracia
Karla
*Todas
las citas bíblicas en este artículo corresponden a la traducción RVC
Comentarios
Publicar un comentario