El deseo de ser reconocida por
todos, ser elogiada por quienes te conocen y quienes no, puede ser muy
peligroso. El compararnos con otros y
desear en nuestro interior ser como ellos y planear todo un evento para
parecernos aunque sea un poquito y ser vista como ellos, es verdaderamente macabro.
Amán quien deseaba ser honrado
y elogiado por todo el pueblo responde al rey Asuero quien le preguntó ¿Qué se
debe hacer con aquél a quien el rey desea honrar?
Y respondió Amán al rey: Para el varón cuya honra desea el
rey, traigan
el vestido real de que el rey se viste, y el caballo en que el rey cabalga, y
la corona real que está puesta en su cabeza; y
den el vestido y el caballo en mano de alguno de los príncipes más nobles del
rey, y vistan a aquel varón cuya honra desea el rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de
él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey. Entonces
el rey dijo a Amán: Date prisa, toma el vestido y el caballo, como tú has
dicho, y hazlo así con el judío Mardoqueo, que se sienta a la puerta real; no
omitas nada de todo lo que has dicho. Y Amán tomó el vestido y el caballo, y vistió
a Mardoqueo, y lo condujo a caballo por la plaza de la ciudad, e hizo pregonar
delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey.
Ester
6:7-11
En realidad Amán deseaba la honra del rey, su corazón se
elevó a lo alto que pidió lo mejor para ese hombre:
·
Vestido
del rey
·
Caballo
del rey
·
Corona
del rey
Buscó ser el rey por un día, o por unos instantes y que
todos vieran cuán importante era a los ojos del rey, aún los príncipes del rey
sabrían el lugar de honra que tenía aquél hombre por lo que pidió ser servido
por uno de ellos quien pregonaría a gran voz: Así se hará al varón cuya honra
desea el rey. O lo que es lo mismo,
mostraría que era “el consentido” del
rey.
Al rey le pareció buena la
idea y le pide a Amán que haga todo eso que él ha dicho con Mardoqueo, el
judío. Quien por cierto Amán odiaba y buscaba matarle.
¿Qué tal con Amán? Corazón
lleno de vanagloria y orgullo. Lo leemos y pareciera que es tan malvado que no
hay otro como él pero, tal vez en nuestra pasada manera de vivir así actuamos
muchas veces, buscando nuestro propio bienestar sin pensar en los demás,
buscando obtener todo lo que deseamos creyendo que lo merecemos por ser quienes
somos.
Tal vez en algún momento
tomamos decisiones creyendo que son mejores que el consejo de Dios y buscamos
obtener el reconocimiento por algo que sólo le pertenece a Dios. Tal vez ahora
en Cristo buscamos que nos reconozcan y pregonen lo buenas que somos ante Dios
y eso nos llena de vanagloria y soberbia.
O quizá alguien nos ha hecho
creer que si merecemos todo porque somos quienes somos y al final del día hemos
tenido que doblegar nuestro orgullo y la soberbia siendo humilladas
públicamente; porque la humillación sólo lo es cuando es pública.
Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra;
Mas con los humildes está la sabiduría.
Mas con los humildes está la sabiduría.
Proverbios 11:2
Tal cual le pasó a Amán.
Lleno de vergüenza se va a su casa cubriéndose la cabeza. Un duro golpe a su
orgullo. Mardoqueo recibe honra de parte del rey y regresó a su lugar con la
misma humildad de siempre, sabiendo que las cosas duran poco y sirven sólo para
envanecer un corazón vacío.
Humillado, con el orgullo
herido Amán cuenta a su esposa y amigos lo sucedido. Y es que cuando nos
sentimos así, buscamos con quien hablar para que nos levante el ánimo y dejar
de sentirnos mal porque buscamos la aprobación del hombre. Cuidado porque si
acudimos con hombres sin temor a Dios pueden incentivar la venganza en lugar de
ser constructivos como sucedió con Amán, pero antes de que pudieran conspirar
en contra de Mardoqueo, se lo llevan al segundo banquete de la reina Ester.
Después
de esto Mardoqueo volvió a la puerta real, y Amán se dio prisa para irse a su
casa, apesadumbrado y cubierta su cabeza.
Contó luego Amán a
Zeres su mujer y a todos sus amigos, todo lo que le había acontecido.
Entonces
le dijeron sus sabios, y Zeres su mujer: Si
de la descendencia de los judíos es ese Mardoqueo delante de quien has
comenzado a caer, no lo vencerás, sino que caerás por cierto delante de él.
Aún estaban ellos
hablando con él,
cuando los eunucos del rey llegaron apresurados, para llevar a
Amán al banquete que Ester había dispuesto.
Ester 6:12-14
La
esposa de Amán y sus amigos vieron que era la caída de Mardoqueo, dudo mucho
que sea reconfortante tener amigos y una mujer que te dicen que pronto llegará
tu fin.
Mujer,
busquemos la humildad, la verdadera humildad, la que dice: “logré tal y cual cosa por gracia de Dios” la humildad que nos lleva a glorificar a Dios
con nuestra vida.
Reír
con los que ríen, celebrar los triunfos de otros muy a pesar de que obtengan
algo que anhelamos. Buscar el bienestar, seguir la paz con todos y bendecir a
otros (1 Pedro 3:9-10) No buscar ser elogiadas,
sino descansar en que nuestra recompensa viene de Dios y quien da el
reconocimiento es Él.
Para
meditar:
¿Cuántas veces he buscado mi propio bienestar sin pensar en
nadie más? ¿He buscado el lugar del rey? ¿Busco el reconocimiento que sólo le
corresponde a Dios o a alguien más? Cuando se me reconoce por algo ¿soy humilde
o me enaltezco? Cuando reconocen a otro en lugar mío ¿cómo reacciono? ¿Dejo que
mis emociones me dominen?
En Su Gracia
Karla
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