Terminemos con la calumnia
Te escribo como si platicara de
frente a ti, parecerá que soy experta en el tema y si... para vergüenza mía lo
confieso... he calumniado muchas veces en mi vida, he sido calumniada también y
creo que la gran mayoría de nosotras hemos estado en ambos lados. Espero en mi
corazón y es mi oración que este escrito sea de bendición y edificación para tu
vida tanto como lo ha sido para la mía. Que el Espíritu Santo nos dé
convencimiento de pecado si es que lo hay y nos guíe al arrepentimiento, y la
búsqueda y perdón de nuestro Dios para continuar viviendo para Gloria de Su
nombre.
Anteriormente
vimos que la
calumnia destruye, es peligrosa y es más común en las mujeres que en los
varones. Pienso que es un pecado que ha pasado desapercibido, tal vez
se ha vuelto un hábito y no nos hemos percatado de ello.
La calumnia
es grave, tiene que ver con los pecados de la lengua, lo que decimos, lo que
hablamos acerca de otros, pero, sobre todo, tiene que ver con nuestro corazón.
Porque del
corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios,
fornicaciones,
robos, falsos testimonios y calumnias.
Mateo 15:19
Nuestro
Señor Jesucristo nos deja saber que provienen de nuestro corazón, de las
intenciones que de él emanan. Llama mi atención que está mencionada junto a los
pecados que podemos llamar “escandalosos”. La calumnia es algo que debemos
erradicar de nuestra vida y cuanto antes mejor.
¿POR QUÉ CALUMNIAMOS?
Dudo mucho que alguien se levante
por la mañana y piense: “Bien, ¿a quién
calumniaré hoy?” creo que esto va más allá de planearlo. Es un pecado que
se ha vuelto un estilo de vida. Si nos detenemos a pensar o examinar todo lo
que hablamos con otros durante el día, ¿cuántas de esas conversaciones tuvieron
que ver con alguien no presente? Ahora, ¿cuántas de esas fueron para edificar y
bendecir y cuántas solo para calumniar y chismear?
Y podemos pensar “Bueno, eso tal vez pase en las mujeres que
no son creyentes” pero tristemente también sucede en las filas de las
iglesias, en las reuniones de casa, en los grupos de WhatsApp, entre amigas… ¿recuerdas que es algo meramente diabólico? algo que es de naturaleza de satanás,
¿a quién crees que atacaría primeramente? A los santos, no es algo exclusivo de
los que no creen en Dios.
¿Por qué calumniamos? ¿Por qué
crees tú que lo hacemos? Se me vienen a la mente algunas respuestas:
·
Por envidia.
·
Por orgullo, soberbia.
·
Por enojo.
·
Por venganza.
·
Por rebelión a la autoridad.
·
Por descontento.
·
Por costumbre.
·
Por ocio.
Así que, podríamos desarrollar un
tema para cada punto y dar ejemplos concretos de ellos, pero veámoslo brevemente.
La calumnia es una
acusación falsa hecha maliciosamente para dañar a alguien, su nombre o
reputación, y bueno, comúnmente lo hacemos con personas muy cercanas a quienes
tenemos confianza y con quienes nos sentimos libres de decir las cosas sin
temor a ser descubiertas o ser juzgadas. Aunque en determinadas ocasiones
también podemos hacerlo en las redes sociales, incluso con personas que no
conocemos.
Mientras estudiaba este tema y
conversaba con una amada amiga, caía en cuenta de lo peligroso que es hablar por hablar. Hay un versículo que dice: “En las muchas palabras, la transgresión es
inevitable, mas el que
refrena sus labios es prudente.” (Proverbios
10:19)
En las muchas palabras la transgresión es inevitable…
inevitable, si hablamos mucho ¡pecaremos! ¿Te imaginas? Si se dice que las
mujeres hablamos 25,000 palabras al día ¡puf! Pero hay una advertencia en el
versículo “mas el que refrena sus labios
es prudente” o sea que tenemos la oportunidad de decidir qué decir y cuándo
decirlo.
Si bien es cierto que la calumnia
es para hacerle mal a alguien a través de lo que decimos, en ocasiones lo
hacemos sin pensar, no es que sea con dolo, sino que como decía anteriormente,
se ha vuelto parte de nuestra habla y es tan cotidiano que ya no lo vemos mal o
ya lo hacemos por descuido tal vez.
¿CUÁNDO CALUMNIAMOS?
La calumnia se puede esconder
bajo el “te lo digo en confianza”, bajo
el “te lo digo para que estemos orando”.
Y es que es fácil hablar mal de
alguien cuando no puede defenderse, es fácil exponer los errores de una persona
cuando más vulnerable está.
A menudo somos propensas a
calumniar a quienes no están de acuerdo con nosotras.
Calumniamos a aquellos que están
haciendo las cosas como nosotras, incluso mejor y hablamos mal de ellos, sin
tomar en cuenta que nada debemos hacer por orgullo o por vanagloria. (Filipenses
2:3-4)
Es común que calumniemos a
quienes están en una posición de autoridad sobre nosotros, por descontento tal
vez, eso hizo satanás y lo sigue haciendo. Aquí entran nuestros gobernantes,
nuestros jefes, pastores, nuestros padres, esposos, etc.
¿Por qué? ¿Por qué no sólo
buscamos bendecir a otros?
¿QUÉ HAY EN NUESTRO CORAZÓN?
Nuestras palabras reflejan lo que hay en nuestro corazón, reflejan
nuestro carácter. Si en él hay amargura, resentimiento, envidia,
odio, dolor miedos, enojos, celos, etc., todo eso lo reflejaremos en nuestras
palabras y en la forma en la que nos expresamos de otros.
Aunque, no es absolutamente
necesario hablar mal de una persona para calumniarla, en ocasiones basta con decir
la verdad acerca de alguien que nos ha dañado para hacerle saber a otros que su
actitud nos lastimó ¿con qué fin? Con el que nos den la razón a nosotras y se
pongan de nuestra parte. Eso es calumnia, actuamos desde nuestro dolor y
dejamos en mal a la otra persona, lo que puede llevar a romper relaciones de
amistad, familiares o personales.
¿Qué están reflejando nuestras
palabras? ¿Estamos mostrando a otros lo que Cristo ha hecho en nosotras? ¿Aún
mostramos nuestra naturaleza caída que nos domina?
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno;
y el hombre malo, del mal tesoro saca
lo que es malo;
porque de la abundancia del
corazón habla su boca.
Lucas 6:45
Hay tantos versículos que hablan
sobre los pecados de la legua, el chisme, la calumnia, el falso testimonio… es
para prestar atención de ahora en adelante, pero, ¿será posible que dejemos de
calumniar? ¿de chismear? Tal vez nos hayamos propuesto no hablar mal de nadie,
pero ¿qué sucede cuando alguien nos hace enojar o nos lastima?
Necesitamos dominio
propio mujer, acudir cada día al trono de la Gracia, predicarnos el evangelio cada día, y
recordar que estamos en esta tierra de paso, aprovechemos el tiempo tan valioso
que tenemos para compartir el evangelio, hablar de la Gracia de Dios,
aprovechar el tiempo para mostrar a otros a Cristo resucitado, no perdamos el
tiempo hablando banalidades y cosas que traen división y destrucción, hablemos
de lo bueno que ha sido Dios con nosotros y vivamos la sana doctrina que se nos
ha enseñado.
Busquemos cada día ser más como
nuestro Señor Jesucristo, aprovechemos las oportunidades que tenemos
diariamente de vivir conforme a las escrituras, comencemos desde ahora a
prepararnos para ser esas viejecitas piadosas, sabias, que viven la sana doctrina, reverentes en su porte, no calumniadoras, sino que hablen la verdad
del Evangelio.
Amemos a Dios, pongámonos a
cuentas con Él en este día si acaso el Espíritu Santo trajo a memoria y mostró
ese pecado en nuestra vida trayéndonos convicción. Es momento de pedir perdón a
nuestro Eterno Dios, de reconocer que hemos fallado, hemos calumniado, hemos
hablado mal de otros cuando a Él le bendecimos (Stg.
3:9). Que nuestro Gran Dios nos ayude y dé de Su Gracia para cada día
continuar creciendo en sabiduría y amor para con Él y con los hombres, y si el
Señor nos ha mostrado que debemos acudir donde las personas que hemos
calumniado para pedir perdón, no dudemos en hacerlo.
Dios nos ayude cada día mujer.
En Su Gracia
K A R L A
Comentarios
Publicar un comentario