Muchas de nosotras hemos sufrido en
algún momento o en alguna etapa de nuestra vida la terrible depresión.
Algunas la hemos vivido en
secreto, otras no pudiendo guardar las lágrimas, la hemos vivido acompañadas. La
depresión es terrible.
Depresión: Trastorno emocional que se caracteriza por la pérdida de la felicidad y
la inmersión en un estado de abatimiento que, y dependiendo de sus causas, en
algunos casos puede ser crónica y en otros, momentánea. La depresión es una
enfermedad del alma.
Y por increíble que parezca, la
depresión afecta a todos, en cualquier edad, no respeta estado civil, religión,
afecta a pobres y a ricos, no hace distinción de personas. La depresión puede
ir desde leve hasta casos más severos.
Las mujeres somos más propensas a
sufrir depresión, somos más emocionales, tiene mucho que ver nuestra fase hormonal
y quizás, porque somos más sensibles.
Nadie debiera padecer depresión. Sin
embargo, Dios en su providencia permite o decreta que pasemos por esas
aflicciones por algún propósito. Es verdad que la depresión inicia en nuestra
mente porque pensamos mal o percibimos de manera incorrecta las circunstancias
que nos rodean.
¿Cómo
vivimos de este lado de la eternidad?
Quizás hemos estado tan absortas
en nuestros pensamientos, en nuestros deseos que hemos olvidado a quien
pertenecemos, nos hemos olvidado de vivir para la Gloria de Dios, y hemos olvidado
también que estamos en la antesala de la eternidad, de la Gloria. Nos hemos
acostumbrado tanto a vivir en este mundo que, el mirar alrededor y ver todo lo
que en él hay, nos distrae de lo eterno, hemos pasado mucho tiempo viendo en
horizontal que, perdimos de vista lo que realmente importa.
Sé que hay tantas cosas que nos
llevan a deprimirnos, soledad, rutina,
hijos desobedientes, escasez económica, pecados no confesados, adulterios,
enfermedad, divorcios, muerte de alguien amado… pero todo ello pasa a
segundo término cuando recordamos que vivimos para un Dios Glorioso que cuida
de nosotras, que es soberano y tiene en control todo.
Cada promesa de Dios apunta a la eternidad.
Si nosotras recordamos eso cada vez que la depresión asoma su nariz en nuestra
vida, será más sencillo vencerla. Estamos de paso en esta tierra, nuestra vida
no es más que un momento, “ciertamente somos como neblina que se aparece por un
poco de tiempo y luego se desvanece” (Stg. 4:14) nos estamos preparando para
esa eternidad.
Nadie dijo que la vida en la
tierra sería sólo felicidad, de hecho, se nos dijo exactamente lo contrario: “Estas cosas os he hablado para que en mí
tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al
mundo.” (Jn. 16:33) Cristo nos advirtió, pero en la misma frase se nos
dio la instrucción “confiad” y la
promesa de que Él ha vencido al mundo.
Somos las hijas de Dios.
Herederas con Cristo.
Estamos escondidas en Él.
Le pertenecemos.
¿Por qué estar tristes sabiendo
que el creador del universo es nuestro Padre y cuida de nosotras? y ¿por qué
estar tristes si ese mismo Dios envió a Su Hijo en rescate por nuestra vida
para poder vivir eternamente en su presencia?
Yo sé que mi redentor vive… dijo
Job. (19:25)
Y mira que Job sufrió bastante. Y
si lo vemos de manera terrenal, carnal, sufrió injustamente. Pero Dios nos
piensa como nosotras, ni sus planes son los nuestros. Toda depresión tiene un
propósito. En la vida de Job, y en tu vida y la mía también. Y es que la depresión
puede ayudarnos a ver qué es lo que hay en nuestro corazón, qué es lo que
estamos atesorando en él.
¿Cuál es el propósito de Dios
para nosotras? Conformarnos más a la imagen de Cristo. Incluso las aflicciones
nos ayudan a que el carácter de Cristo sea formado en nosotras. Romanos 8:28-29
nos recuerda que “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las
cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme
a Su propósito. Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a
ser hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre
muchos hermanos.”
Si estamos convencidas de que todo
es temporal, de que Dios cuida de nosotras, la depresión irá menguando. Recuerda
mujer, necesitamos reconocer que estamos deprimidas, busquemos ayuda en
hermanas piadosas que sepan escucharnos y sobre todo que nos ayuden en oración
y en estudio de la Palabra también pues, Necesitamos el Evangelio. Necesitamos a Cristo. Le necesitamos,
Él nos da una nueva identidad, sabernos aceptadas en Él y que nuestra vida está
escondida en Él cambia nuestra forma de ver la vida. “Porque habéis muerto, y
vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.” (Col. 3:3)
Tenemos la enorme bendición de
poder leer la Biblia y estudiarle, aprovechemos esa libertad que aun tenemos y hablemos
a nuestra alma las buenas nuevas de Cristo, recordemos que aunque somos pecadoras,
Cristo murió por nosotras gracias al eterno amor de Dios, Él nos da la
oportunidad de arrepentirnos de nuestros pecados y confiar en fe en Cristo para
salvación de nuestra alma, eso cambia nuestra perspectiva al recordar que el
día que muramos, abriremos nuestros ojos en presencia de nuestro Dios.
No
hay nada más poderoso que el Evangelio para recordarnos que Dios tiene cuidado
de nosotras porque el Evangelio es poder de Dios para salvación. (Rom.
1:16)
Amemos, atesoremos su Palabra,
recordemos que es ella la que vivifica nuestra alma. “Postrada está mi alma en
el polvo; vivifícame conforme a tu palabra.” (Sal. 119:25)
Hay esperanza para los corazones
deprimidos, Dios está contigo, no desmayes, búscale y confía en Él y Él hará…
En Su
Gracia
K
A R L A
No dejes de escuchar este bello canto:
Dios te bendiga amada hermana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario